El infarto de miocardio puede presentar una gran variedad de complicaciones, en particular durante los primeros días.
Trastornos del ritmo
Las complicaciones más frecuentes son los trastornos del ritmo cardíaco. El corazón es un órgano que está controlado por un sistema eléctrico, que es el que le hace contraerse en cada latido. Si una lesión por un infarto provoca una alteración en este circuito se producen las llamadas arritmias cardíacas, donde el corazón no se contrae de una manera rítmica, lo que provoca graves consecuencias a nivel general. Estas arritmias pueden ser de distinta intensidad y forma. Una de las más frecuentes es la extra sístole ventricular, que consiste en la presencia de latidos extras que alteran el ritmo normal del corazón. En la mayoría de los casos estas arritmias no crean problemas, el único peligro radica en su capacidad para provocar taquicardia y fibrilación ventriculares, donde el corazón se contrae de una forma tan desorganizada que hace que estas arritmias sean letales si no se inicia enseguida el tratamiento adecuado.
Insuficiencia mecánica
Debido a la gran cantidad de zona dañada por el infarto, el músculo cardíaco pierde parte de su función y no envía la cantidad de sangre suficiente al resto del cuerpo. Aproximadamente el 50% de todos los pacientes con infarto de miocardio presentan signos de insuficiencia cardíaca durante la fase aguda del infarto (durante el ataque de dolor).
La presencia de insuficiencia cardíaca implica una peor evolución del enfermo, y el grado de insuficiencia que exista se relaciona directamente con la mortalidad. La forma más grave dentro de este cuadro recibe el nombre de shock cardiogénico, cuya mortalidad llega a alcanzar el 80-90% a pesar del tratamiento.
Otras complicaciones
Como consecuencia del infarto también se pueden producir, aunque con menor frecuencia, las siguientes situaciones: la rotura cardíaca, un aneurisma ventricular (dilatación de una zona del corazón que provoca un peor funcionamiento de este), el tromboembolismo pulmonar (se forma un coágulo de sangre que viaja hasta el pulmón, donde impide la llegada de flujo sanguíneo) o la pericarditis (inflamación de la cubierta del corazón).
Riesgo a largo plazo
Los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio presentan un riesgo mayor que el resto de la población de tener un nuevo episodio en el futuro.
Hay algunos factores que van a determinar la evolución a largo plazo de estos enfermos como son la gravedad de la lesión coronaria, la capacidad del ventrículo cardíaco que ha quedado después del infarto y la presencia de arritmias graves.
Uno de los principales objetivos en el tratamiento de estos pacientes será prevenir nuevos infartos. Para esto, es necesario conocer cuál es el riesgo que presenta cada paciente. En este sentido, la prueba de esfuerzo o ergometría desempeña un papel importante, ya que va a permitir conocer si el músculo cardíaco funciona bien, si recibe el riego sanguíneo necesario, así como determinar la magnitud de la enfermedad coronaria. La prueba consiste en colocar unos electrodos sobre diferentes puntos del tórax y, seguidamente, pedir al paciente que ande sobre una cinta eléctrica mientras se le realiza un electrocardiograma. Así, a medida que aumenta la intensidad del ejercicio, aumentará el consumo de oxígeno, lo que permite conocer cómo responde el corazón.
En aquellos enfermos en los que se encuentren datos indicativos de una mala evolución se continuará el estudio mediante un cateterismo.
http://www.webconsultas.com/infarto-de-miocardio/complicaciones-de-un-infarto-de-miocardio-361
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